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Maldito populismo

El populismo está en el ADN de la cultura política de nuestro país. Por esta alfombra deshilachada han desfilado Carlos Guevara Moreno, Velasco Ibarra, Abdalá Bucaram, Rafael Correa y decenas de candidatos para todas las dignidades que pretenden imitar a estos personajes. La fórmula es sencilla, nada elaborada pero sí esquemática. Utilizan de forma recurrente e histriónica un discurso grandilocuente en contra de alguien, de un enemigo real o simbólico. Puede ser la oligarquía, la banca, los medios de comunicación, los desertores de sus movimientos, los organismos internacionales. Su justificación también es simple: todos están en contra del pueblo, menos el líder redentor con estatus de Mesías.

Siguiendo este guión, atrapan a millones de personas en una telaraña demagógica que genera un clima de polarización, pues funciona de mil maravillas el adagio que dice “divide y vencerás”, en otras palabras, están conmigo y contra de mí. Dicho en jerga populista: a favor del pueblo o en contra del pueblo. No obstante, la mayor contradicción es que los populistas viven, visten, comen y beben como reyes, príncipes o jeques. Además de tener grandes cortes de lambones y carga maletas que les repiten que ellos son los más bellos y los mejores como el espejo de los cuentos de hadas.

El populismo no reconoce ideología, pues se acomoda en la derecha o la izquierda según sus conveniencias, también puede abrazar todo tipo de causas si la finalidad es ganar votos. Por eso, se contradice de manera permanente, bajo la narrativa de que solo el líder puede cambiar de opinión. Si bien, esta estrategia apela al pueblo, sin embargo, las decisiones que toma son siempre desde arriba, porque además el mismo pueblo le delega al líder, casi ciegamente, que haga lo que considere en su beneficio. Eso explica, la corrupción y la discrecionalidad en el uso de los recursos.

Es parte del populismo la demagogia y el clientelismo, pero no necesariamente sus mayores características. A puertas de una nueva elección, es inevitable tener un barómetro populista para no caer en la misma trampa de siempre. No es tiempo para populismo, aunque eso vaya en contra de la cultura política tan acentuada en nuestro país.

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Magnicidio en Ecuador. Candidato a la presidencia fue asesinado

Después del ataque militar que perpetró el ejército de Colombia a territorio ecuatoriano en el 2008, en donde estaba ubicado al campamento de la guerrilla de las FARC en el sector de Angostura, el gobierno de Rafael Correa conformó la Comisión de Transparencia y Verdad que investigó el hecho. Uno de sus integrantes, Francisco Huerta Montalvo (+), político de amplia trayectoria, había dicho que se comenzaba a configurar una “narcodemocracia”, debido a la influencia de los carteles de la droga en la política ecuatoriana y la influencia de la guerrilla.

Cabe retroceder en el tiempo, pues la violencia política, ahora expresada en el magnicidio en contra del candidato a la presidencia, Fernando Villavicencio Valencia, el 9 de agosto en la ciudad de Quito, tiene historia, nombres y apellidos. El aspirante a la primera magistratura como periodista de investigación, primero, y asesor legislativo y asambleísta después, denunció la penetración del narcotráfcio en la democracia, debido al oscuro financiamiento de las campañas electorales de varios candidatos a distintas dignidades.

Las denuncias de Villavicencio siguen su curso en la Fiscalía General del Estado. En su lucha contra la corrupción y la impunidad señaló varios delitos producidos en los gobiernos de Rafael Correa, Lenín Moreno y Guillermo Lasso. El más importante fue el caso Odebrecht y las intermediaciones petroleras. Para la opinión pública, este candidato se había convertido en “denunciólogo”, pues se había abierto muchos frentes, pero en especial el correísmo. En este clima de violencia, al asesinato en contra de Villavicencio, le antecede el del alcalde de la ciudad de Manta, Agustín Intriago, dos semanas antes y también bajo la modalidad de sicariato.

Ecuador atraviesa la peor crisis de seguridad en combinación con la inestabilidad de las instituciones democráticas, debilidad gubernamental y descrédito en los partidos políticos. La crisis se expresa en las masacres carcelarias debido al enfrentamiento entre las bandas que las controlan, los crímenes bajo la modalidad de sicariato, sobre todo en la Zona 8 que comprende los cantones de Guayaquil, Durán y Samborondón en la Costa, y la disputa territorial por el control de los corredores de la droga que se va hacia Europa y Estados Unidos. Se podría cerrar el año con 40 homicidios cada 100 mil habitantes. Ahora, el crimen organizado apunta en contra de los políticos.

En este clima, el gobierno del presidente Guillermo Lasso no ha podido controlar la ola de violencia en las cárceles y en las calles, pese a que sigue anunciando su éxito en el decomiso de droga, mayor al de los gobiernos de sus antecesores. A pocos meses que termine su mandato, las cosas se le ponen más cuesta arriba, pues a más de sus bajos niveles de aprobación y credibilidad, se junta el asesinato de Villavicencio y la imposibilidad de garantizar unas elecciones en paz.

Tablero electoral incierto

El 20 de agosto se producirán las elecciones en Ecuador para conformar la Asamblea Nacional con 137 legisladores y el binomio presidencial sin que todavía se conozca la posibilidad de una segunda vuelta. En este contexto, Fernando Villavicencio estaba ocupando un segundo lugar en las encuestas dentro de los ocho candidatos. Es incierto lo que pueda ocurrir con su votación, pues él representaba el anticorreísmo duro que incluye facciones de todo tipo, izquierda, centro y derecha. En Ecuador, la oposición a Correa se ha mostrado fragmentada y es polifónica.

Los mensajes fuertes de la campaña de Villavicencio fueron su valentía para combatir a las mafias, la lucha contra la corrupción y la impunidad. En sus mítines reiteraba que al ganar las elecciones les fijaría un plazo a las bandas del crimen organizado para que entreguen las armas, caso contrario, empezaría una guerra sin tregua. Por estas alocuciones, habría recibido varias amenazas de las bandas que controlan las cárceles y el negocio de las drogas.

El movimiento nacional que auspiciaba la candidatura de Villavicencio, Construye listas 25, tiene entre su dirigencia a exfuncionarios del gobierno de Lenín Moreno como la exministra de Gobierno, María Paula Romo y el General, Patricio Carrillo, ex Comandante General de la Policía y también exministro del Interior de Guillermo Lasso, declarados anticorreístas. El asesinato del candidato podría producir un voto favorable para sus asambleístas e incluso para el nuevo binomio, en donde se mantendría como vicepresidenta, Andrea González y se acaba de elegir al periodista Christian Zurita como sucesor de Villavicencio.

En el espectro político no hay una figura que se asemeje a la de Fernando Villavicencio y que persiga sus mismos fines. En esta coyuntura, los candidatos que le siguen en las encuestas hasta antes del debate, Otto Sonnenholzner (centro), Yaku Pérez (izquierda ambientalista) y Jean Topic (derecha) tratarán de convencer al electorado del presidenciable, dando un giro a sus campañas, en sus mensajes y estrategias.

Una vez más, las encuestas fracasaron. De manera meteórica y generando sorpresa, el candidato más joven de la cotienda, Daniel Noboa (35 años) pasa en segundo lugar al balotaje y se enfrentará contra el correísmo representado por Luis González, fiel militante de la Revolución Ciudadana y su líder, el expresidente Rafael Correa.

Las claves de la exitosa y silente campaña de Noboa son: un trabajo eficiente en logística, uso de recursos y conocimiento del territorio nacional, sobre todo de las áreas más pauperizadas, a las cuales su padre, el cinco veces candidato Álvaro Noboa, recorrió y llegó con una potente estrategia asistencial. El segundo aspecto es el mapeo de actores claves que actúan con la lógica de las redes, seguido de un mensaje renovador de la política e imagen fresca. Ahora, Daniel puede cumplir el sueño de su padre, pero en otro contexto y retos completamente diferentes y más retadores.

A esta altura de las elecciones, la seguridad se convierte en la primera exigencia de los ecuatorianos y le siguen el desempleo, la lucha contra la corrupción y la impunidad, el acceso a la salud y la educación.  Ese el mensaje para los finalistas.

@cesarulloa_77

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Mejorar los ánimos

Urge una agresiva y sistemática inversión social por parte del Gobierno central, así como de las alcaldías y prefecturas para restaurar el ánimo y la convivencia pacífica, la dignidad y la autoestima en la población. Eso significa que los recursos económicos se cubran con rostros humanos en la lucha contra la pobreza, el hambre, desempleo, la inseguridad, la atención médica y el acceso a la educación. Atacar las consecuencias de estos fenómenos de precariedad social es determinante para vislumbrar un mejor futuro.

¿Cómo lo hacemos? El combate contra la desnutrición crónica infantil es impostergable, el rediseño del sistema de salud pública debe ser urgente, la inversión en infraestructura en materia de riego es inaplazable, el apoyo a la agricultura familiar campesina no puede retrasarse más, el acceso a la educación general abriría mentes y corazones de miles de niños y niñas, la lucha contra la inseguridad y la violencia no espera ni un minuto. No se trata de acciones asistenciales ni clientelares, sí de una política pública de intervención integral.

Por ejemplo, la lucha contra la inseguridad tiene varias acciones que pueden desarrollarse de manera concatenada y relacionada, en el marco de un plan a largo plazo con hitos de corto, mediano y amplio alcance. Por ejemplo, la generación de empleo requiere de inversión nacional e internacional. ¿Cómo lo logramos? Con seguridad jurídica, contexto de certeza, estabilidad política y un acuerdo nacional para empujar todos hacia el mismo lugar.

De manera concomitante se debe ampliar y mejorar la inversión en educación con actividades extracurriculares de vinculación con la sociedad: el poder del conocimiento y la inclusión social. De la mano, la recuperación del espacio púbico con alumbrado moderno y televigilancia. Dignificar las cárceles y ser eficientes en la sanción de delitos como el enriquecimiento ilícito, lavado de activos, testaferrismo y el tráfico de influencias. Gobernar con el ejemplo es la máxima de todas y sensatez para concienciar acerca de cuánto ganamos luchando contra la corrupción y la impunidad. Pasemos del mundo de las ideas a la realidad.

Publicado en diario La Hora, domingo 8 de enero de 2023.

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Narcoestado

Fuente: https://www.elciudadanoweb.com/precisiones-sobre-lo-que-es-un-narcoestado/

¿Cuál es la principal característica del narcoestado? El crimen organizado tiene el poder y el control del Estado. Eso significa que la economía, la política y la vida social están condicionadas por los intereses ilegales y las dinámicas delictivas de las mafias, que se dedican a diversas actividades en procura de reproducir exitosamente su estatus: narcotráfico, tráfico de armas y órganos, lavado de activos, financiamiento a grupos irregulares, entre las más importantes. Para el efecto, operan con el cometimiento de varios delitos: testaferrismo, sicariato, secuestro, contrabando, extorsión por enumerar los más reiterativos.

El narcoestado se produce y consolida cuando un Estado es fallido, es decir, las instituciones no pueden garantizar el principal derecho de las personas, es decir, la vida. La fuerza pública está cooptada, comprada o disminuida por el poder de las bandas criminales y eso va en sintonía con una justicia que responde a los intereses de las mafias, quienes realmente controlan los juzgados y las cortes, además de las cárceles. No quiere decir que un narcoestado se expresa, únicamente, con mucha bulla, pues también el silencio en una sociedad nos podría estar diciendo que hay acuerdos entre el crimen organizado y las principales autoridades para dejar ver y dejar pasar.

Una sociedad en descomposición acelerada de valores y fragmentada por la defensa egoísta de aspiraciones también es un caldo de cultivo para la configuración de un narcoestado, pues si la honestidad y la decencia son suplantadas por el robo y la indiferencia, entonces las señales de alarma están encendidas. La pérdida de una visión colectiva y colaborativa a cambio de un individualismo exacerbado nos llevan al “sálvese quien pueda”, factor que nutre a las mafias porque encuentran a la sociedad en indefensión y personas cuidando su metro cuadrado.

Si esto se hubiese resuelto con más policías y militares con plena seguridad Colombia y México estarían en otro momento de la historia, pero las cosas siguen igual y en algunos casos, peor. El narcoestado es una consecuencia, entonces, algo viene ocurriendo en las sociedades donde penetra.

Publicado en diario La Hora (Ecuador), 12 de junio de 2022.

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¿Con quién gobierna el populista? Un análisis de los gabinetes de Rafael Correa, Jair Bolsonaro y Nayib Bukele

Sindy Mora Solano César Ulloa José Andrés Díaz González

A inicios del siglo XXI, se acentúa la ola de gobiernos populistas en Latinoamérica. La literatura académica se ha concentrado en estudiar las características de los líderes populistas, así como las implicaciones de este fenómeno hacia las democracias, dejando de lado el análisis de los grupos que acompañan y apoyan a los líderes. Este artículo pretende llenar dicho vacío al realizar un análisis comparado de la trayectoria y características de las personas que conforman el gabinete de tres presidentes: Rafael Correa (Ecuador), Jair Bolsonaro (Brasil) y Nayib Bukele (El Salvador). Se concluye que, en los tres casos, se recurren a personas de trayectoria política para la formación de los gabinetes, lo que pone entredicho la idea de que se produce una ruptura con las élites políticas tradicionales; sin embargo, el contexto político en que llegan al poder incide en las características del grupo de personas en las que se apoyan para conformar su gobierno.

Artículo académico publicado en

Anuario del Centro de Investigación y Estudios Políticos, ISSN: 2215-2873
Núm. 13, enero-diciembre, 2022: 48-84. DOI: 10.15517/aciep.v0i13.47866.

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Guillermo Lasso, un año de incertidumbre política

Fuente de imagen: Nueva Sociedad.

En mayo se cumplirá un año del gobierno de Guillermo Lasso en Ecuador y el primer escollo del Ejecutivo ha sido gobernar sin el respaldo de la Asamblea. Su agrupación política CREO, ha debido acomodarse ante una mayoría de congresistas que van del centro a la izquierda y con una presencia relevante del correísmo con 48 de los 137 legisladores. Mientras tanto, en las calles se vive un aumento desenfrenado del crimen y la violencia.

El principal problema del estancamiento que vive el país es que el partido oficialista, CREO, apostó por una estrategia que personaliza la política sin ubicar en su contexto la relación inevitable entre el Ejecutivo y el Legislativo. Antes de que se posesionen las autoridades de la Asamblea, el presidente ensayó un acuerdo político con sus dos rivales: el expresidente Rafael Correa y el líder histórico de la derecha del Partido Social Cristiano, Jaime Nebot.

El rechazo en redes sociales, así como en diversos sectores, fue tan alarmante que Lasso reculó y más bien tendió puentes con el partido Pachakutik, los independientes y la Izquierda Democrática (ID) con la finalidad de asegurarse el control en la Asamblea mediante el nombramiento de las autoridades. Sin embargo, ninguna de las movidas en el tablero resultó eficiente. Un año después, el Gobierno no ha sabido establecer vínculos efectivos con la oposición ni con los aliados naturales de la derecha, y persiste la vieja práctica de mayorías móviles.

Sin mayores posibilidades de maniobra, el presidente envió a la Asamblea su megaley económica que incluía la reforma tributaria, la Ley de Inversiones y la reforma laboral. El proyecto fue rechazado porque la normativa ecuatoriana impide el tratamiento y aprobación de tres materias de manera simultánea cuando son urgentes.

El Gobierno replanteó su estrategia y envió un cuerpo a la vez sin contar ―en primera instancia― con los votos suficientes, es decir, 70. La Ley de Reforma Tributaria podía entrar en vigencia por el Ministerio de la Ley si no había acuerdo entre los diferentes bloques; sin embargo, con los votos del correísmo pasó. Esta misma maniobra no se repitió con la Ley de Inversiones, que fue rechazada, lo que prevé el fracaso de la reforma laboral. Frente a este traspié, el presidente fustigó contra asambleístas de Pachakutik y el líder de la ID, Xavier Hervas, a quienes acusó de intercambio de favores.

La complejidad para que el Gobierno saque adelante su Plan Nacional de Gobierno, debido al bloqueo de la Asamblea, se agudizó cuando su exministra de Gobierno, Alexandra Vela, dimitió del cargo por estar a favor de la Muerte Cruzada o el cese de funciones de la Asamblea por obstrucción al Ejecutivo. Frente a este escenario, Guillermo Lasso enfatizó en “gobernar sin la Asamblea a futuro”, como si eso fuera posible, y peor aún cuando descartó la Muerte Cruzada.

Ahora el Ejecutivo apuesta por una consulta popular de la cual nadie conoce su contenido, en un contexto donde ha bajado su aceptación y donde enfrenta un escenario de elucubraciones que reiteran la alianza con su rival Rafael Correa, debido al habeas corpus otorgado al exvicepresidente Jorge Glas, pese a que recaen sobre él dos sentencias por corrupción en el caso de Odebrecht. Pérdida para el Gobierno, triunfo para la Revolución Ciudadana.

Ante este panorama, el país vive, además de las manifestaciones, una ola de masacres en las cárceles, reiterados encautamientos de toneladas de droga y muertes violentas bajo la figura de sicariato en la costa, en los cantones de Durán, Guayaquil y Samborondón.

En lo que va del año ha habido más de 200 muertes violentas, y la inseguridad se ha convertido en la primera preocupación de la población. El clima se tensiona aún más por el asesinato de Don Naza, un militar que estaba dedicado al negocio de las pirámides financieras, donde además se investiga a otros elementos de las Fuerzas Armadas.

Ante este contexto, la sociedad civil toma fuerza, en el sentido de que la aceptación y la credibilidad de las Funciones del Estado están en los peores niveles desde la transición a la democracia en 1979. Las insinuaciones de que “se vayan todos” son recurrentes y las propuestas para mejorar la gobernabilidad están a la orden del día.

En esa línea, varios colectivos están impulsando una consulta popular ciudadana para preguntar a la población si está de acuerdo con quitar las atribuciones de designar autoridades al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, reformar el Capítulo V del Código de la Democracia, referente al sistema de partidos, usar el excedente del petróleo para la salud y la seguridad social, y la evaluación de los operadores de justicia. Hay varias propuestas que serán presentadas a la Corte Constitucional.    

Entre las complejidades e incertidumbres, el mayor logro del Gobierno ha sido la vacunación, lo que convierte a esta administración en una de las pocas que ha cumplido con su oferta de campaña de manera rápida, eficiente y con reconocimiento internacional. Esto dinamizó la economía y restauró un importante margen de confianza en el futuro, pese a que la situación económica sigue siendo dramática, puesto que siete de cada diez ecuatorianos no tienen empleo.

Otro aspecto positivo es el retorno a clases en todos los niveles educativos y la voluntad de implementar una política pública para combatir la desnutrición crónica infantil. No se puede perder de vista que el Gobierno no ha enfrentado casos de corrupción y eso es un mérito entre tanta impunidad. A ello, se suma la gestión en la búsqueda de inversiones extranjeras.

Panel de análisis del primer año de Gobierno del presidente Guillermo Lasso para Democracia TV, sábado 21 de mayo de 2022.

Publicado en Latinoamerica21 el 22 de abril de 2022

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Acuerdos nacionales

¿Cuánto nos cuesta salir de la zona de confort, pese a que esta misma zona profundiza con acelerada velocidad y sin escrúpulos la crisis en sus diversas facetas: económica, política y social? ¿Será, acaso, que nos acostumbramos a vivir en el caos político con todas sus consecuencias? ¿Por qué los partidos y movimientos tienen tanta dificultad para reinventar su accionar y se revalidan desde los mismos y viejos vicios: clientelismo, caudillismo, populismo y se orgullecen, además, de su ignorancia en temas esenciales a cambio de una retórica barata?


Son las mismas preguntas de toda la vida o por lo menos desde que tengo memoria política. En otras palabras, cambian de vez en cuando los actores, pero las prácticas políticas siguen siendo las mismas, incluso algunas perfeccionadas para deteriorar aún más el sistema político. Por eso, se va perdiendo hasta la fe. En consecuencia, si la realidad política se repite, entonces, hay maneras institucionalizadas de subsistencia y conveniencia por parte de algunos actores y sectores. Desde este punto de vista, el caos es una forma de vida y lamentablemente es el escenario para quien gobierne en cualquier periodo.

Frente a este dilema hay dos vías: desatar el nudo o cortarlo de una vez y por todas.  Ya no cabe el primer caso, pues giraríamos alrededor del mismo problema, mientras que la segunda alternativa es inevitable o corremos el riesgo de heredar a las siguientes generaciones una situación mucho peor. Es necesario un acuerdo nacional para contar con una política de verdaderos partidos, hacer de la seguridad social un elemento de estabilidad, combatir la desnutrición crónica infantil, evitar que nuestras niñas y jóvenes posterguen y maten sus sueños por embarazos precoces y generados por violencia, apoyar una educación universal y de calidad por lo menos para el bachillerato, regresar a mirar el agro y la convivencia pacífica.

Estos son los acuerdos que queremos: dignidad, acceso a educación, salud, trabajo digno. ¿Qué están haciendo los políticos para lograrlo? ¿Y qué estamos haciendo nosotros para exigirles?

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Apesta la política

Fuente: https://www.nobavaglio.it/wp-content/uploads/2020/11/Puede-estar-al-margen-de-la-politica-la-universidad-681×410.jpg

Parece que la política perdió el partido ante la ciudadanía y no porque sean rivales, precisamente, sino porque la sociedad pone en su lista de necesidades vitales otras cosas: empleo, seguridad, educación, salud y, sobre todo, dignidad. Lo que sucede en la Asamblea, el Ejecutivo, los partidos y las demás funciones del Estado entretienen y abruman, a la vez y contradictoriamente, pero ya no quitan el sueño, porque la política es una pesadilla cuasi permanente que nos mantiene despiertos. Hay tanta bulla, escándalo y grosería que, poco a poco, vamos perdiendo el asombro. 

Desde siempre nuestra democracia ha atravesado severos daños de forma y fondo, pero se la invoca como Aladino a la lámpara mágica. Esto no quiere decir que podemos vivir por fuera de la política, pero si es un llamado de atención a quienes la ejercen en sus distintas maneras para que asuman una actitud de transformación severa, intensa, sin tregua. No hablo de rescatar la política, porque las prácticas son más exacerbadas. ¡Qué necesario es un giro ético de la política! El primer paso es involucrándonos más en el debate público, aunque apeste y su olor nos repela, pero si no lo hacemos, los mismos de siempre seguirán abonando la desgracia.

Hay diversas maneras de orientar la política de otra manera y no, únicamente, siendo candidato, militante, financista, directivo de un partido. En primer lugar, activando mecanismos de ciudadanía informada para que nadie nos venda gato por liebre. En segundo lugar, conversar de política, aunque nos deprima, pues si no lo hacemos, dejamos que esta se monopolice en pocos y no, precisamente, en los mejores. En tercer lugar, trabajar en ciudadanía, es decir, no solo exigir derechos, sino y sobre todo, asumir nuestros deberes con el país. Empecemos.   

Ecuador necesita un gran acuerdo de dignidad y autoestima. No podemos seguir reiterando la misma historia y quejarnos como siempre. Superemos la telenovela. Destapar la cañería implica aguantar el hedor, sacar lo putrefacto, limpiar y conservar. Aunque la política, por ahora, apeste, por algo debemos iniciar y desde el lugar que cada cual ocupa.

@cesarulloa_77

Publicado en diario La Hora, 14 de noviembre de 2021.

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Consulta popular en Ecuador

La consulta popular es una ruleta. Nada ni nade garantiza una victoria, porque es un proceso electoral como cualquier otro, en el que tenemos contrincantes de diverso peso, influencia, talla e intereses. Son meses intensos de propaganda y de vivir la política como ya la conocemos, lamentablemente: “buenos” contra “villanos”. No es tampoco una iniciativa nueva. Ecuador es uno de los países en la región que ha hecho más consultas en una mezcla de referendo y plebiscito. Los resultados en cada intento han tenido diversas connotaciones e interpretaciones, además de comprender que, en cierto sentido, el resultado está condicionado por el capital político de quien la propone y los temas sobre la mesa.

Sin ninguna postura de determinismo, una consulta popular podría leerse como un recurso contingente al que se acude en términos de gobernabilidad si los problemas se convierten en dilemas, es decir, la ruta de navegación que plantea el Gobierno no tiene los respaldos políticos que necesita en la Asamblea y también hay diques en otros sectores que miran la realidad desde otras perspectivas. En este contexto, hay una disputa permanente entre las fuerzas políticas y se expresa de distinta manera. Una consulta puede proponer dos caminos: desatar nudos o cortar nudos, es decir, cambios con aroma de reforma o procesos drásticos. Entonces, preguntar al pueblo puede ser una posibilidad en distintos niveles.

La ganancia o la derrota de una consulta popular depende de varias variables como el apoyo mayoritario de quien la propone y no solo en el momento de su anuncio, sino en el momento de concurrir a las urnas, es decir, el capital político del proponente debe mantenerse en un periodo de tiempo sin perder de vista que las cosas podrían cambiar drásticamente, aún más en el Ecuador, en donde la incertidumbre es una realidad constante. Entonces, cualquier consulta se debe ganar antes del día de las elecciones y requiere de buenos interlocutores, pedagogía con la ciudadanía, comunicación efectiva y llegar a la sensibilidad de los electores. Del otro lado, también se debe analizar las estrategias de los opositores y en este contexto, no hay detractores pequeños, todos son válidos.

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Cárceles y masacres en Ecuador

El hacinamiento impide la rehabilitación en las cárceles de Ecuador
Foto: Fiscalía del Ecuador en Primicias.

Las masacres en las cárceles de Guayaquil, Latacunga y Cuenca evidencian la complejidad de un problema que es estructural, histórico y multidimensional. Esta situación expresa que el Estado en sus distintas administraciones gubernamentales no ha resuelto las necesidades más elementales de la mayoría de la población y que una vía alternativa para un segmento importante fue ganarse la vida a costa de todo. La delincuencia se convirtió en una salida y una respuesta. En esto hay de todo: desde el robo de una gallina, pasando por el traslado de droga, hasta delitos como el asesinato, la violación y los de cuello blanco. Lo ideal no es tener más cárceles, sino de que cada vez haya menos personas privadas de libertad.

El problema es histórico, porque el hacinamiento no es de ahora, tampoco se han implementado programas sostenidos, eficientes y técnicos de rehabilitación social; al contrario, las cárceles se han convertido en centros de perfeccionamiento del delito en sus diversas manifestaciones. Otra vez, el Estado no ha tenido la visión para comprometer los recursos para resolver el problema. No puede haber justificación alguna, en el sentido de que hay experiencias en el manejo de centros de rehabilitación en diversas partes del mundo. Sin embargo, se debe reconocer que en Ecuador los expertos en seguridad son escasos y ven las cosas desde las bibliotecas.

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Foto: Primicias

La crisis es multidimensional, porque no se puede enfrentar el problema solo con más seguridad dentro y fuera de las cárceles, pues la solución involucra comprender que está pasando en la sociedad, cuál es la estructura socioeconómica, el funcionamiento del sistema de justicia, las leyes en materia penal, la convivencia ciudadana, la psicología social, la formación de los guías penitenciarios, los programas de rehabilitación deficientes, la voluntad política, la visión de los gobernantes en esta materia, el crimen organizado que se toma la política como ha ocurrido en varios países. La tarea es compleja, lenta y requiere cambiar el abordaje del problema. Si se enfrenta la crisis como siempre, el problema seguirá como siempre.

Publicado en diario La Hora (Ecuador), 1 de agosto de 2021

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Racismo y violencia

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Fuente: Fondo para el desarrollo de los pueblos indigenas FILAC | FILAC

Todos los días asistimos a escenarios de relacionamiento social con brotes de violencia y racismo. Esta dupla convive naturalizada y no es de ahora. Nadie se reconoce en su esencia y finge superioridad frente al otro. Es un juego, en donde la víctima pasa a ser victimario en cuestión de segundos. El oprimido se convierte en opresor y viceversa, sin embargo, hoy estamos más cerca de una polarización revestida de racismo y que se justifica en violencia. Los polos procesan las diferencias con odio y retóricas descabelladas a cuenta de responder cualquier tipo de ofensa. Así no llegamos a ningún lado. Cuidado se vaya la mano de las partes en conflicto.

Rechazo la violencia del lugar de donde provenga y del actor que la promueva a cuenta de cualquier justificación, más bien procuro inocular la razón del diálogo entre los contrarios que tengan la voluntad de respetar sus ideas y encuentren, aunque sea en el lugar más remoto, alguna mínima coincidencia. Desde el mes de octubre de 2019, el país no ha resuelto ninguna herida del caos, la protesta, la violencia, la acción gubernamental y los discursos de los diversos sectores en contra de sus adversarios. En ese mes se abrió la caja de sorpresas y acumulaciones de ira de todos los sectores. Nadie que participó de los hechos puede ser elevado a ángel ni tampoco tachado de diablo, metafóricamente hablando.

Frente a cualquier hecho, las redes sociales se han convertido en multiplicadoras de una realidad mutilada, pues circula información de todo tipo y para todos, y en la mayoría de los casos sin contexto ni sustancia. Los fenómenos sociales como el racismo y la violencia ameritan espacios de deliberación más sostenidos, con pluralidad y transparencia, y seguros para el debate. Cuánto ganaríamos si, entre los acuerdos de convivencia democrática, la diversidad se concretaría en la aceptación del otro y no quede en la parte declarativa y aspiracional. Hay tanto para hacer, porque el racismo es la expresión de traumas y brechas no superadas que pueden devenir en violencia y usarse de cualquier manera por las partes en conflicto.

Publicado en diario La Hora (Ecuador), 10 de julio de 2021

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¿Qué pasa en Quito?

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Fuente: utopica.travel

Desidia, impavidez, temor, cansancio. Es todo junto. La población que vive en Quito atraviesa una fatiga acumulada y no es para menos, pues la factura resultó más costosa de lo que nos podíamos imaginar. Después de tres administraciones municipales malas, el vacío de gobernabilidad es demasiado evidente. Nadie quiere hacerse cargo de nada y las autoridades creen que su presencia en las redes sociales resuelve los problemas. Cuidado nos quedemos atrapados en el Tik Tok que confunde, equivocadamente, el video casero con decisiones contundentes.

El proceso de remoción en contra del alcalde Jorge Yunda es la expresión de un grupo de ciudadanos y ciudadanas que intentan restaurar el tejido social, pero no es suficiente sin que ello desmerezca lo que han provocado. La ciudad no tiene un proyecto. Parece que los capitalinos nos movemos a causa de un raro automatismo, adonde nos lleven las aguas porque no hay capitán ni tampoco una tripulación eficiente, me refiero a la estructura municipal, que nos demuestra todos los días que no está a la altura de los retos y desafíos contemporáneos.

Hay que tomar tres tipos de medidas: urgentes, de mediano plazo y de largo aliento. La más inmediata es la constitución de un Pacto por la Unidad de Quito que tenga como principio la lucha contra la corrupción y la impunidad. La segunda es la conformación de un gabinete ciudadano que acompañe los últimos 23 meses a esta administración municipal frágil, desordenada y de disputas absurdas y el tercer momento es la constitución de mesas temáticas que nos permitan construir un plan de rescate y proyección con participación plural, ética, técnica y democrática. Un grupo de ciudadanos ya empezamos la tarea, súmate.

La capital debe salir de la unidad de cuidados intensivos, pero eso depende del ánimo que tengamos para superar el mal trago: no más polarización, peor aún fragmentación, más gente probada en los distintos cargos de la administración y decidida a trabajar en beneficio del colectivo. No es el momento para disputar protagonismo, cuando sí de guiar acciones de trabajo colaborativo con eficiencia y transparencia. 

@cesarulloa_77

Publicado en diario La Hora, el domingo 28 de junio de 2021.

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Qué significó la Ley de Comunicación en Ecuador

Entre las ofertas de campaña electoral para conquistar la presidencia por parte de Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia se encontraban las ideas fuerza de “la democratización de la comunicación” y “la comunicación como un derecho”. Estas ideas se justificaron por el escaso acceso y participación de la mayoría de la población a los medios, la hegemonía de estos y el involucramiento de varios grupos económicos con el mayor número de frecuencias de radio y televisión, asimismo no se puede perder de vista el escaso acceso a la sociedad red por parte de un amplio segmento, entre las más importantes. Estas ideas fueron plasmadas en las nuevas constituciones de los tres países y luego en la redacción de leyes ordinarias y orgánicas de comunicación, en donde si bien se trataba de reivindicar a los segmentos excluidos, distribuir de manera distinta las frecuencias de radio y TV y evitar los monopolios mediáticos, no obstante, las iniciativas transgredieron los instrumentos internacionales en materia de derechos civiles y políticos como el Pacto de Costa Rica de 1969. En este libro se profundiza la aplicación de la Ley de Comunicación en Ecuador sin perder de vista el contexto de los gobiernos del Socialismo del Siglo XXI en la región.

Presentación del libro:

Jueves 17 de junio, 11h20 (hora de Ecuador).

Inscríbete: https://bit.ly/2TxOfWQ

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Una limpia para Quito (a propósito de la remoción del Alcalde)

Quito necesita una limpia urgente, en la que salga todo, pero absolutamente todo: el egoísmo y la defensa que hacen de su metro cuadrado cada sector, gremio, empresa y colectivo, la irresponsabilidad de unas elites indiferentes, la fragmentación política promovida por los partidos, la descomposición social que ha elevado la corrupción al altar y los diagnósticos de los expertos que hablan para sí mismos. Esta situación no es de ahora ni tampoco se resuelve con la censura y destitución de Jorge Yunda.

La capital ya venía de dos administraciones desastrosas; una arropada en el cuento de la revolución que nunca fue y la otra descafeinada a más no poder: todo light. La polarización populista hizo de las suyas en la capital y los daños son incalculables. Ahora, la restitución de la gobernabilidad es urgente, pues esto va más allá de los intereses electorales de los partidos representados en el Concejo. Se necesita una causa común: la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas. La primera pregunta que debemos responder es la siguiente: ¿cuál es el proyecto de ciudad que queremos para dentro de por lo menos treinta años?

Ya no se trata de echar la culpa a la vaca ni de buscar otros chivos expiatorios. La ciudad es la relación y la suma de responsabilidades individuales, en donde es tan importante el ciudadano que no hace del espacio público un urinario como la tarea del concejal que preside la Comisión de Presupuesto. La tarea es de todos y ahí nadie debe bajarse de la camioneta. No solo se trata de tapar los baches de las calles, sino de crear una ciudadanía fuerte, sostenida, participativa y que le duela lo que sucede en su entorno. Por tanto, si no nos topa la sensibilidad, no esperemos que venga un mesías de cualquier tipo.

Por si acaso, no es el momento de adelantar campañas electorales, sino de arrimar el hombro y, desde el trabajo colaborativo, buscar soluciones, porque los problemas ya los conocemos de memoria. La primera tarea, entonces, es reconocer que todos somos responsables y la segunda, subir la autoestima porque nos merecemos mejores gobernantes. Basta de llorar, que los deberes están ahí y no esperan más, mis chullas.

Publicado en diario La Hora, 6 de junio de 201.

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Los retos de Lasso (nuevo Gobierno en Ecuador)

Los retos de Lasso (nuevo presidente en Ecuador)
Foto tomada de France24 y REUTERS

Lasso asume un país deshecho, pero valiente. Hay enormes e históricas desigualdades socioeconómicas entre las personas, en una tierra bendecida con inmensos recursos.

Tenemos una patria vacía en ejemplos políticos, pero llena de ciudadanos y ciudadanas con honestidad y coraje. El Presidente nos invita al reencuentro en una tierra de desacuerdos y repartos. Este diagnóstico hay que superar y voltear la página. ¿Cómo? Gobernar con el ejemplo. Escuchar mucho al pueblo y desestimar a quienes han transado en todos los gobiernos. Administrar los recursos públicos con sensatez y también con sensibilidad. Lasso ha gastado suela 12 años para llegar a Carondelet y esa experiencia debe salir a flote.

La vacunación es prioridad, pero no es menor restaurar la confianza y estabilizar los ánimos. El nuevo mandatario debe crear las condiciones para superar las múltiples crisis y dotar de sentido a la política que tan venida a menos está. Su votación fue una señal clara de cambio y eso le exige coherencia con el contexto y las demandas de 17 millones de ecuatorianos. No hay paz sin pan había dicho Raúl Alfonsín en la transición a la democracia en Argentina. Eso significa que el mayor reto es dignificar la vida de millones de personas que viven con menos de dos dólares al día, pero no desde el populismo sino desde una reactivación económica solidaria.

La inseguridad es otro de los principales problemas que exige respuestas coherentes y que se sostengan en el tiempo. Este fenómeno viene con hechos que antes eran inusuales y de telenovela, pero ahora son una realidad: el microtráfico de droga, el sicariato, el control de los centros de privación de libertad, las redes de chulco y la extorsión, las pandillas, la trata y todas sus manifestaciones conexas. No es un aspecto sencillo y, por tanto, requiere de los mejores expertos, no de recitadores de textos o noveleros que se autodenominan especialistas.

No olvide, Presidente, que necesita operadores políticos, no repartidores de hospitales. Con ética, sensibilidad y mesura, usted puede arrancar con respaldo para enfrentar la situación.

Publicado en diario La Hora (Ecuador), 23 de mayo de 2021

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La ciudadanía hacia un Pacto Social en Ecuador

En este libro se recoge y analiza diversos escenarios que han tenido un alto impacto en la vida nacional en los últimos dos años. “Las crisis no resueltas que venían desde octubre de 2019 se agudizaron en los siguientes meses por el bloqueo institucional entre el Gobierno y la Asamblea, debido a la falta de una mayoría calificada por parte del primero que le pudo haber permitido aprobar las leyes de su iniciativa. A esos factores se suman la debilidad del Ejecutivo y la oposición orgánica de quienes fueron sus anteriores aliados, el bloque de la Revolución Ciudadana. El presidente de la República para mitigar la zozobra, la desconfianza ciudadana y restaurar la debilitada democracia convocó a la realización de un Acuerdo Nacional 2030; no obstante, los resultados no estuvieron alineados con las expectativas. El Acuerdo no prosperó y tuvo una concurrencia selectiva de actores aliados, no así la pluralidad que se esperaba ni tampoco las propuestas de los diversos sectores. A ello se sumaba, otro factor: la transición no resuelta en la consulta popular que dio paso a la conformación del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social Transitorio” (Pacto Social, 2020, 14). Después vino el anuncio de la pandemia en marzo de 2020 con un incalculable costo social y la configuración de un estado de indefensión ciudadana debido a los errores del Gobierno en las medidas sanitarias y la falta de apoyo de la población. La violencia y la delincuencia están al orden del día. Cada crisis nos conduce a la necesidad impostergable de un Pacto Social con la confluencia y participación activas de todos los actores, sectores, academia e instancias políticas que establezcan una agenda mínima, que ponga por delante la ética, la transparencia, la solidaridad y la vida.

DESCARGA EL LIBRO:

https://esquel.org.ec/es/noticiaspacto/noticias-individuales/item/1179-la-ciudadania-por-un-pacto-social-en-ecuador.html

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Los retos del presidente electo, Guillermo Lasso

Entrevista para radio Democracia, 22 de abril de 2021

Vamos hacia adelante

La situación actual sugiere que la primera acción del Gobierno entrante tendrá que enfocarse en restaurar la confianza, sobre la base de la designación de las mejores mujeres y hombres en el gabinete. Aquí se cumple aquello de que el ejemplo es la mejor fórmula para convencer y replicar lo bueno.

La segunda acción será empoderar a la ciudadanía para que exija cuentas a todas las Funciones del Estado, pero que también haga lo suyo con propuestas. En otras palabras, debemos dejar de lado la comodidad de la crítica y pasar al compromiso.

La tercera acción será dialogar con una agenda de máximos valores éticos y mínimos programáticos con los distintos partidos que, sin iniciar el nuevo ciclo, ya se han autoproclamado “oposición”. Ojalá que no sean bombarderos sin causa ni objetivo.

Un nuevo ciclo no supone comenzar de cero, sino más bien fortalecer lo maravilloso que tenemos como la diversidad en sus múltiples manifestaciones, así como atacar los vicios históricos con coraje y de una sola vez, entre ellos la viveza criolla, la personalización de la política, el clientelismo, el tráfico de influencias, el paternalismo y la idea de la redención del pueblo con cualquier Mesías populista. Tenemos una oportunidad evidente que inició con la aceptación pacífica de los resultados electorales y un triunfo que remoza uno de los valores de la democracia: la alternabilidad. Está en nosotros no desperdiciar esta posibilidad.

Para diario La Hora, 25 de abril de 2021

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Empieza un nuevo ciclo

Queremos un Ecuador unido, respetuoso de las diferencias y con la madurez para juntar esfuerzos frente a las causas comunes. Ese es el país que soñamos y que no puede quedarse en el idilio. Es momento de demostrar una auténtica voluntad para cambiar la realidad con generosidad y compromiso. A golpes y con insultos no se resolverán las cosas, porque la violencia es una espiral en ascenso interminable que se lleva todo en su camino. Nunca la venganza ha edificado nación alguna, sí los acuerdos que tienen como base el diálogo y los propósitos claros sin excluir a nadie. ¿Esto es posible? Claro que sí, y sobre todo cuando la crisis es intensa, atemporal, en múltiples áreas y afecta a los más necesitados.

La idea de dialogar y llegar a un pacto social no es nueva en la historia y, menos aún, en nuestro país. Hasta ahora hemos sido incapaces de renunciar al metro cuadrado que circunscribe nuestra zona de confort; además, dejamos en manos de terceros la solución de los problemas para culparles si algo sale mal o se mantiene en pésimo estado. La actitud del “sálvese quien pueda” ha sido una práctica permanente y muy acentuada, así como los acuerdos por debajo de la mesa. Actuar bajo la sombra se convirtió en una práctica recurrente para gobernar, en donde se ha dado la espalda a la ciudadanía. De esta manera, nada puede cambiar. Tampoco resulta lógico que tengamos que tocar fondo para transformar la realidad y empezar a tomar conciencia.

Estamos a puertas de un nuevo ciclo gubernamental y la menguada democracia que viene desde la transición del año 1979 nos deja lecciones contundentes, irrefutables y dolorosas. Los partidos políticos deben ser la intermediación entre el Estado y la sociedad, por tanto, es imperioso que salgan del esquema corporativista y de la exacerbada personalización de los caudillos. La democracia ya no resiste a ídolos de barro. Las instituciones no funcionan por sí solas, porque están integradas por personas y en estas deben estar las mejores mujeres y hombres, con credenciales éticas incuestionables, trayectoria y afán de servicio. La justicia debe ser imparcial, oportuna y eficiente, no un botín donde se cotizan las sentencias. El presidente debe ser un líder que gobierna de la misma manera para quienes votaron por él y para quienes hicieron lo contrario.

El resultado de las elecciones del domingo 11 de abril abre un nuevo ciclo en nuestra historia republicana y personal. Está por delante la resolución inmediata de los problemas de salud de millones de personas, un altísimo porcentaje de desempleo y subempleo, pobreza e inseguridad a todos los niveles. No habrá cambio si seguimos haciendo lo mismo para que todo siga igual. Gandhi decía: “Seamos el cambio que pretendemos ser”, y eso no se logra con demagogia y cualquier oferta que juega con la esperanza. Necesitamos acciones que alienten un espíritu de compromiso y duradero. En nuestro país hay todo por hacer. (O)

Publicado en diario El Universo, 13 de abril de 2021

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Autoestima electoral

¿Se puede hablar de una autoestima electoral saludable cuando un importante segmento de la población beneficia en cada elección a quienes han saqueado el Estado? ¿No será, acaso, que la autoestima se expresa en la manera que elegimos a los candidatos y a las candidatas a las distintas dignidades? ¿La manera de escoger a quienes nos gobiernan, acaso refleja el amor propio que tiene la población? ¿Por qué vivimos repitiendo que se debe votar por el mal menor? ¿Qué hay detrás del voto vergonzante en cada elección? ¿Será que el pueblo merece los gobernantes que tiene?

Las elecciones son la expresión de la voluntad popular, sin embargo, detrás de esa misma expresión hay identidades que optan históricamente por ciertas características de los candidatos. Esta situación no es propia ni exclusiva del Ecuador, porque sucede con mucha frecuencia en la región. El modelo que prevalece es el liderazgo mesiánico, el discurso populista, las ofertas sobredimensionadas que nunca se cumplen, la figura del bravucón que insulta para inflamar su idea de hombría y “bien parado”, el uso de lo popular para persuadir a la mayoría de la población que vive en condición de pobreza y extrema pobreza. La idea de que la esperanza nunca muere está siempre viva.

Parecería que entre una elección y otra, el relato se repite con rostros distintos y que no han tenido la capacidad de reinventar el proselitismo ni la gestión gubernamental, pero tampoco hay una población que exija más a los candidatos y a las candidatas. Por tanto, hay una zona de confort para los políticos y otra en la que se sitúan los electores. Los unos dependen de los otros y no salen del mismo juego. Es un vicio que se reitera y recicla. Entonces, hay un patrón de comportamiento electoral histórico para favorecer las expresiones que exacerban y utilizan la esperanza del pueblo en contra de un enemigo inventando para la ocasión.

La campaña sucia hace parte de este juego, pero ahora es viralizada para amplificar el morbo de manera más veloz y sin límites. En la campaña no hay reglas, porque los votos se ganan con cualquier recurso. No hemos salimos de la trampa.

Para diario La Hora, 4 de abril de 2021

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Elecciones en Ecuador

II PANEL PARA EL PROGRAMA POLÍTICAMENTE CORRECTO DE ECUAVISA

Domingo 28 de marzo de 2021

«¿Por qué esta elección no es igual a las anteriores? Porque nunca hubo dos modelos contrapuestos en competencia política que rayan en la exacerbación. Trasluce el antagonismo y la inexistencia de puntos de encuentro. En esta contienda no hay espacio para el centro entre las dos posiciones. Por un lado, está la reedición de la Revolución Ciudadana y su credo de los últimos 14 años, mientras que, por el otro lado, está la apuesta por un modelo de economía social de mercado que, dicho sea de paso, no ha sido probado en el Ecuador. Entonces, la decisión está entre el pasado y la experimentación de algo nuevo. A dos semanas, todo puede pasar».

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11A: elecciones en #Ecuador

¿Por qué esta elección no es igual a las anteriores? Porque nunca hubo dos modelos contrapuestos en competencia política que rayan en la exacerbación. Trasluce el antagonismo y la inexistencia de puntos de encuentro. En esta contienda no hay espacio para el centro entre las dos posiciones. Por un lado, está la reedición de la Revolución Ciudadana y su credo de los últimos 14 años, mientras que, por el otro lado, está la apuesta por un modelo de economía social de mercado que, dicho sea de paso, no ha sido probado en el Ecuador. Entonces, la decisión está entre el pasado y la experimentación de algo nuevo. A dos semanas, todo puede pasar.

Frente a un gobierno que termina sus últimos días en la unidad de cuidados intensivos, la población pondrá todas sus expectativas en el binomio que gane las elecciones. Ya no habrá justificación alguna para retrasar la solución de los principales problemas: en primer lugar, la vacunación deberá ser universal, gratuita, oportuna y sin saltos en la cola; en segundo lugar y de manera simultánea, la reactivación de la economía debido a las cifras dramáticas de desempleo y, en tercer lugar, resguardar a la población en términos de seguridad, debido a las manifestaciones más contundentes de la delincuencia y el crimen organizado. La tarea es compleja, pero debemos avanzar, indistintamente, de quien gane las elecciones.

Una pregunta que podría esclarecer el voto para los indecisos es cuál de los dos binomios nos garantiza la restauración de la confianza, el respeto y la autoestima para enfrentar la crisis en todas sus dimensiones. Esa tarea es esencial, pues no podremos salir de la pandemia si apenas uno de cada 10 ecuatorianos confía en el otro, como dice el último informe del Latinobarómetro de las Américas, peor aún, si más de un tercio de la población asocia la política con corrupción y si además, un cuarto de la población justifica la corrupción si resuelve algún problema. Por eso, la urgencia de un plan nacional para evitar el avance acelerado de la descomposición social que vivimos, sin perder de vista los altos niveles de violencia.

@cesarulloa_77

Publicado en diario La Hora, Ecuador, 28 de marzo de 2021

https://www.lahora.com.ec/11a-pitazo-final/?fbclid=IwAR0s_Qtyq8WUMu-fmQsvmgfhDo2rZXPKDSMWKArUrbZHxyYHHIS-5ZDDeaA

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Elecciones en Ecuador: Discursos en segunda vuelta

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), economías como la ecuatoriana tardarán más de una década en recuperarse. A un año de confinamiento en los diferentes colores de semáforo y modalidades de restricción, la realidad evidencia la gravedad de los hechos: 7 de cada 10 jóvenes están desempleadoscasi 4 de cada 10 personas están en condición de pobreza (viven con menos de dos dólares al día), la inseguridad (mixtura de violencia y delincuencia) ha incrementado. Y aunque este cuadro no es exclusivo de nuestro país, sin embargo, son los temas que mayor demanda se registra en el electorado. El estómago no aguanta y el desempleo afecta también el comportamiento de las personas en su salud mental. La fórmula del coronavirus no podría ser más perversa: confinamiento en contexto de pobreza, precariedad política y vaciedad institucional en cuanto a la falta de respuestas y soluciones por parte de las funciones del Estado.

En este escenario, las preguntas que adelante se plantean a los candidatos son obvias, sin embargo, no hay claridad acerca de las respuestas en las definiciones y peor en el cómo: ¿De dónde saldrá el dinero para el pago de los servidores públicos? ¿Cómo se sostendrán los servicios básicos? ¿Cómo se reactivará la economía en todos los sectores? ¿Qué pasará con las deudas de los pequeños y medianos empresarios? ¿Se trabajará en un acuerdo entre la banca privada y el Estado para mejorar el crédito en los montos, plazos e intereses? ¿Bajo qué criterios se impulsarán acciones de solidaridad que no sean clientelismo ni medidas asistencialistas? ¿Cómo se fortalecerá la dolarización? ¿Cuáles serán las medidas para erradicar la evasión fiscal? ¿Cómo se rescatará al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social? ¿Cuál será la política exterior en materia de comercio, relaciones globales, combate al narcotráfico, salud, cambio climático?

La complejidad de la situación pone en dificultad a los candidatos en sus discursos, pues no se atreven a sincerar la realidad con sus electores. Antes de la campaña tampoco habían contemplado la variable externa que replanteó todo: la pandemia. Nadie conoce acerca de su duración, el verdadero impacto, el alcance y las alternativas de solución. Esto significó que los políticos en todo el mundo tengan que formatear su chip (discurso, propuesta y equipo), pues escaseaban lecciones, manuales y experiencias para gobernar con coronavirus. Por tanto, si había crisis y la situación era difícil, la Covid 19 complejizó más la tarea de los aspirantes a Carondelet para ganar los votos. No obstante, el problema no solo es económico, sino de desánimo y desconfianza. La mayoría de la población ha respondido en las encuestas que su situación socioeconómica será peor este año en comparación con el anterior. Es decir, los electores no “comen cuento”, pero guardan esperanzas de que algo positivo sucederá en algún momento. Frente a ello habría que preguntarnos: ¿cuánto de la gravedad que atravesamos nos explican los políticos? O prefieren no hacerlo para sostener un techo de esperanza.

“¿Dónde está la plata?” La respuesta no está únicamente en el rastreo de dinero casa adentro y casa afuera para satisfacer las necesidades y demandas, sino de poner las cosas en orden y en establecer una actitud generosa para escuchar propuestas, incluso de quienes son adversarios. A los candidatos habría que preguntarles si han incluido en sus planes de gobierno un acuerdo nacional con una agenda mínima que esté sobre los egos de los dirigentes de sus organizaciones, cuando también la idea de posicionar a la crisis como una oportunidad para que los discursos dejen de la demagogia. En ese orden de ideas, es más fácil que aparezca la plata si nos ponemos de acuerdo como país para salir de la crisis.

La confianza es uno de los mayores valores que posibilita mejorar la calidad de la democracia, fomentar el capital social y generar las condiciones para gobernar. Esto no es un cuento, porque está comprobado en los países de alta fortaleza institucional, ciudadanía y que procuran el bienestar colectivo. Entre ellos están: Noruega, Irlanda y Suiza. Pese a las distancias que hay con nuestra realidad es el momento de iniciar por algo: aprender a vivir en democracia.

@cesarulloa_77

Enlace: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/enlosbordesdelapolitica/1/discursos-en-segunda-vuelta-ecuador

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ELECCIONES ECUADOR: ¿En dónde están los votos?

Por César Ulloa/ @cesarulloa_77

Especial para El Telégrafo, Ecuador

Sería muy sencillo decir que los votos que le faltan a Guillermo Lasso y Andrés Arauz para hacerse de la presidencia están en quienes apoyaron a Yaku Pérez y Xavier Hervas. En la matemática simple resulta así, pero en la política, la situación es más compleja debido a las siguientes causas y hechos. Los candidatos que quedaron en tercero y cuarto lugares rechazan claramente la polarización en la que se ha disputado el poder los últimos 14 años. Por tanto, la distribución de los votos hacia cualquiera estará en función del menor nivel de rechazo que generan o como dicen los mercadólogos, en quien tenga menos negativos: más simpatía que rechazo. Sin embargo, los dos finalistas en negativos tienen todavía muchos. El primero por el estigma de banquero y protagonista del feriado bancario, aunque no haya pruebas más que la campaña en su contra y el segundo, todo el segmento de la población desencantada por el correísmo.

Dentro de los mitos de esta contienda está la intención de cautivar la totalidad de votación de los pueblos y nacionalidades indígenas como si fuese un todo, cuando a la vista de muchos y sin hurgar demasiado, se evidencia todo tipo de diferencias al interior de la Conaie por parte de sus dirigentes. Por tanto, el voto “indígena” no es transferible y tampoco es un bloque. Además, hay intereses de todo sabor y color, cuando también la diputa entre las bases y los líderes, es decir, un drama. Desde otro prisma, Yaku capitalizó más allá de sus fronteras, es decir, su mayor votación está en los mestizos de la Sierra Centro y la Amazonía, y muy poco en la Costa.

En el caso de Hervas estamos frente a la encarnación de un outsider con scooter incluido que supo ubicarse en el centro, cautivar a un electorado hastiado de la misma cantaleta del 2007, revivir un partido y que puso en la agenda la idea de equilibrio entre derechos y libertades, además de ser un jugador con el mejor traje para las redes sociales. ¿Cuál es su electorado? El que se aleja más de los extremos y se libera de la polarización en la que está entrampada la política nacional. Nadie sabe a dónde se van esos votos, pero sí hay la claridad de que no les gustará reconocer a quién apoyaron. Ninguno de los dos finalistas cautiva a este segmento del electorado.

Mirado el panorama de esta manera, la seducción a los electores que no votaron por Arauz y Lasso es compleja y representa casi la mitad de la población. Entonces, quien gane las elecciones entra por efecto descarte y no por complacencia. En ese sentido, será una elección más en la que se repite el fenómeno. A esta altura, los candidatos hacen cualquier cosa para movilizar un electorado que es ajeno y que seguirá siendo ajeno, sino presentan acciones de autenticidad, transparencia y que no delaten acciones deliberadas y desesperadas. ¿Quiénes están a la expectativa que ello ocurra? Los jóvenes que deciden ahora y lo harán en las siguientes cuatro décadas.

La gente quiere respuestas claras y soluciones urgentes al desempleo, la pandemia, la inseguridad y la corrupción. Si estas elecciones fuesen racionales, situación que nunca ocurre, porque las emocione se imponen, la memoria jugaría un papel importante: escoger entre el antecedente de la Revolución Ciudadana o el modelo que propone que Guillermo Lasso en su tercer intento. Usted decide.

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https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/enlosbordesdelapolitica/1/en-donde-estan-los-votos-ecuador

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¿Por qué leer el libro «Chávez, Correa y Morales: discurso y poder»?

PRÓLOGO DEL LIBRO POR ALFREDO RAMOS JIMÉNEZ

En su reflexión sobre el sentido de la política, Hanna Arendt se planteó una respuesta a partir de su experiencia vivida bajo el nazismo: “En política debemos diferenciar entre fin, meta y sentido. El sentido de una cosa, a diferencia del fin, está siempre encerrado en ella misma y el sentido de una actividad sólo puede mantenerse mientras dure esta actividad. Esto es válido para todas las actividades, también para la acción, persigan o no un fin”. Establecer la diferencia entre la política de los políticos y la política de los nuevos dictadores está en el origen de este libro, Chávez, Correa y Morales. Discurso y poder, de César Ulloa, miembro destacado de las nuevas generaciones de politólogos latinoamericanos.

       Ulloa ubica su estudio en un terreno donde unos cuantos creían ligeramente que “ya se había dicho todo”. Llegarle desde el discurso del poder al análisis de la política no es ciertamente tarea fácil. Y es que cuando se profundiza sobre la vida y acción de los tres personajes de esta historia nos asalta la idea de que algo habremos hecho mal para que tales personajes hayan influido significativamente en las decisiones sobre la vida que nos ha tocado vivir.

         Si partimos del hecho de que en su ascenso al poder no hubo sorpresa alguna, puesto que se trataba de un asunto más bien previsible, si no repetitivo, el fenómeno no exigía de entrada  una discusión detenida sobre su especificidad histórica. Tardamos unos cuantos años en reparar sobre la amenaza cargada de peligros para la débil institucionalidad de nuestras –así llamadas hasta nuevo aviso- democracias precarias.   Porque, tomar a Chávez, un militar frustrado sin ideología definida –un Castro provisto de petróleo, según algunos o un estalinista tropical, para otros-, Correa, quien se presenta a sí mismo ante sus seguidores como un  “izquierdista cristiano” y Morales, líder de los cultivadores de coca y socialista improvisado, como las figuras prototípicas del gran extravío de la política latinoamericana del nuevo siglo, conlleva no pocos riesgos para el investigador. En la exploración de Ulloa ya quedan develados los contornos del fenómeno. Como en la política europea de los años recientes, los Putín, Erdogan y Urban han sido percibidos como la expresión desencarnada de aquello que Zygmunt Bauman describió magistralmente  como la maldad líquida, que se ha ido extendiendo con la globalidad actual, producto de una ceguera moral que, según el autor polaco, ha afectado sensiblemente a las élites política, mediática y académica en nuestros días.

      El mérito principal de este libro no es otro que el de haber puesto de lado las anteojeras ideológicas que han venido interponiéndose en nuestra visión de aquello que según unos cuantos –al parecer, los muchos- revestía las características de un acontecimiento excepcional, que escapaba a las teorías y categorías más al uso en nuestros estudios y perspectivas de análisis.

En una de sus entrevistas recientes, a las que nos tiene acostumbrados, y sin que le quede nada por dentro, Slavoj Žižek, observó el hecho de que él integraba un grupo privilegiado de intelectuales europeos –así lo destacó-, que no había sido engañado y aún menos, seducido, por la figura de Hugo Chávez. Yo podría decir lo mismo: en artículo publicado por la revista Nueva Sociedad (nº 181) en 1999, traté de dejar en claro el hecho de que el Chávez de entonces, que había convencido a unos cuantos intelectuales latinoamericanos, europeos y norteamericanos, incursionaba en nuestras vidas como el hábil prestidigitador, campeón de la duplicidad y la manipulación, con capacidad para llevarse por delante a cualquiera de sus adversarios políticos, rápidamente identificados como enemigos.

 Otro tanto ocurriría después con las figuras de Correa y Morales, cuando el recurrente “viraje hacia la izquierda”, preconizado desde Europa por políticos e intelectuales, socialdemócratas en su mayor parte –en el gobierno y en la oposición-, fundamentó la muy extendida tesis, portadora de ofertas y promesas,  sobre el advenimiento de los “nuevos tiempos”: Heinz Dieterich desde Alemania, con su mal definido Socialismo del Siglo XXI, Richard Gott, desde Inglaterra, con un Simón Bolívar reloaded y desde Francia, Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, con indisimulada admiración hacia los epígonos latinoamericanos de un “socialismo marxista antiglobalización”, cada uno a su manera, vivían una suerte de relanzamiento de las banderas de “la revolución” después de la caída del Muro de Berlín, cuyo trigésimo aniversario fue celebrado no hace mucho. ¿Qué dirán ahora que los Chávez, Correa y Morales ya representan un mal recuerdo, si no la pesadilla histórica de la que todos aspiran salir de una vez por todas?

El autor del presente libro admite por principio el reto ineludible que consiste en identificar, a partir del discurso, los entresijos del poder de los Chávez, Correa y Morales, a fin de develar la trampa y coartada que nos tendieron estos autoproclamados “revolucionarios”, en una época de fatiga cívica, incertidumbre y frustración colectiva. En el esfuerzo sostenido por estos últimos -logrado a pulso, ciertamente-, orientado hacia el proceloso desmantelamiento de la débil institucionalidad de las incipientes democracias latinoamericanas, les seguirían con el tiempo los Lula Da Silva y Dilma Rousseff en Brasil y  la pareja de los Kirchner en Argentina.

La lectura del texto de Ulloa ha traído a mi memoria los diversos intentos por abordar y explicar aquello que algunos propusimos de entrada como el “fenómeno Chávez”, reedición del tradicional populismo latinoamericano, experiencia premonitoria de aquello que vendría después con Correa en Ecuador y Morales en Bolivia.  En discusión con mi maestro, el latinoamericanista Alain Rouquié, se asomó la hipótesis según la cual el así llamado chavismo no era otra cosa que una amalgama entre Perón y el Che Guevara (posteriormente lo dejaría por escrito), es decir, la combinación original entre el “populismo militar” filofascista del primero y el marxismo primario del segundo. Y en su muy citado libro, Michael Reid, periodista y escritor de The Economist, observa: “Chávez no vio en el Libertador al aristócrata conservador que admiraba a Gran Bretaña y Estados Unidos. Más bien imaginó a Bolívar como un antiimperialista radical”.  A lo que habría que agregar el indigenismo del mestizo Evo –Mario Vargas Llosa dixit-, reuniendo en un todo a los portadores de la promesa redencionista de “los de abajo”.

Asimismo, el tradicional clivaje izquierda/derecha, que nos había servido tanto en nuestros debates y discusiones, su empleo ha quedado reducido a los análisis simplistas, tal como lo asume el autor de este libro. Y es que, contrariamente a una idea bastante extendida, no existen en el mundo real populismo de izquierda y populismo de derecha. Por el contrario, este populismo del siglo XXI no tiene nada que ver con la promesa revolucionaria. El populismo nunca será revolucionario: el populismo de los Chávez, Correa y Morales, propuesto como “proyecto político liberador y antiimperialista”, solo ha servido para engatusar a unos cuantos y enriquecer a otros tantos. Suficiente con asomarnos a la tragedia venezolana, en la que hunde sus raíces el nuevo Estado mafioso de los Maduro, Tareck y Diosdado, destinado a desplazar o sustituir al “Estado de partidos”, democrático-liberal, como proyecto político de los cuarenta años de la democracia bipartidista. Y en la medida en que la política chavista se apoyó desde sus orígenes en políticas de resentimiento, la comunidad entró en movilizaciones masivas, acogedoras de la acción y conducción de osados aventureros, predispuestos a echar por tierra los esfuerzos de una democratización inconclusa.

También es verdad que la quiebra de los partidos políticos en los tres países estuvo en la base de una extendida demanda ciudadana de reformulación e innovación políticas. Ulloa hace un recorrido completo por las “formas”, presentes en el poder personalizado, un tanto narcisista, de los nuevos dictadores. Comparto con el autor la cuidada descripción de una política extraviada, que dejó en el camino la propuesta original incluyente de una participación ampliada y un mayor protagonismo del “pueblo”.  Nunca hubo, en los tres casos estudiados, una preocupación genuina del nuevo liderazgo por asegurar desde el gobierno mejores niveles de convivencia humana, dentro del juego de intereses de todo sistema democrático. Por el contrario, poniendo el énfasis en una polarización social efectiva, los nuevos dictadores se propusieron acabar en sus países con todo vestigio de política democrática: el liderazgo populista se movió siempre en el camino que conduce hacia una definitiva patrimonialización de la vida política. En este sentido, Ulloa se propone como tarea específica la desmitificación del proyecto “liberador” de estos nuevos dictadores, que siempre trataron con desdén y desprecio a sus gobernados, dejándolos a la deriva, sin reconocimiento alguno: “si los pobres dejan de ser pobres, perderemos su apoyo”, afirmó un joven ministro chavista muy seguro de sí mismo. En tal sentido, este ensayo, conciso y accesible, representa una valiosa contribución en el camino que nos llevará decididamente hacia el desentrañamiento de una gran impostura, de actores políticos grandilocuentes, predispuestos a hacerse ver y oír como los legítimos representantes de una izquierda que, a la larga, vive huérfana de valores e ideales.   No nos extrañe entonces el hecho de que en sus ejecutorias públicas –superioridad moral de por medio- estos nuevos dictadores sean propensos al uso de la violencia contra quienes disienten de sus ideas y acciones, en un terreno donde comienzan a tomar cuerpo las tiranías de nuestro tiempo.

Si bien es cierto que todo dictador, candidato permanente a convertirse en tirano, tiende naturalmente al sometimiento y control estricto de sus gobernados, no lo es menos el hecho de que, en el ejercicio de su poder arbitrario, coarta las libertades públicas y persigue con obsesión enfermiza a quienes considera sus enemigos. En esto, es preciso advertir el hecho de que toda tiranía lleva a la práctica el gobierno de la antipolítica, en una era de inseguridad económica, física y política. Y esta inseguridad engendra miedo. Como lo advirtió Tony Judt hace cierto tiempo, ese miedo –miedo al cambio, a la decadencia y al mundo extraño- corroe la confianza y la interdependencia en que se basan las sociedades civiles.

En la medida en que la fuerza política de los nuevos dictadores se debe paradójicamente a su rechazo de la política, su entrada en escena siempre estuvo asociada con la afirmación recurrente de que ellos no son políticos: los políticos siempre serán los otros (los “escuálidos” para Chávez; la “partidocracia” para Correa; los “blancos” para Morales). De aquí que la reivindicación de la dignidad de la política tendrá siempre como punto de partida una vigilancia ciudadana frente al cinismo e indiferencia de quienes se proponen y desean hacerse con las posiciones de poder, los políticos. De modo tal que en el discurso de los nuevos dictadores la política se convierte en algo prescindible. Si usted no hace política, otro la hará en su lugar, nos recordaba siempre un viejo profesor de la Sorbonne.  En uno de sus trabajos recientes, Daniel Innerarity procedió, con irrenunciable convicción democrática, al estudio crítico de lo que, según él, conformaba la política en tiempos de indignación. Si admitimos el hecho de que la política es un asunto de todos y los nuevos dictadores tienen también una política, esta última no será otra que la política de la indignidad. 

Alfredo Ramos Jiménez

Quito, Mayo de 2020

Entrevista a César Ulloa por Cronistas Latinoamericanos

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Chávez, Correa y Morales: discurso y poder

¿Por qué leer el libro, Chávez, Correa y Morales: discurso y poder?

El ensayo político, Chávez, Correa y Morales: discurso y poder, escrito por el profesor ecuatoriano, César Ulloa, recalca que estos gobiernos del giro a la izquierda atravesaron nuestros países con la fuerza de un huracán. A su paso dejaron inevitables huellas debido a su intensidad y duración. Venezuela, Ecuador y Bolivia no volvieron a ser los mismos. Nunca se había producido tantos cambios en tan poco tiempo y de tal repercusión. Salir de la polarización, la fragmentación política, la desconfianza ciudadana y la crisis económica son, en conjunto, una asignatura pendiente y un trabajo de largo plazo de la sociedad en los tres países.

Los liderazgos de Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales fueron y son motivo permanente de discusión, polémica y controversia cotidianas, así como también de análisis académicos en la región y en el exterior desde diversas perspectivas y disciplinas de las ciencias sociales, como la política, la economía, la comunicación, las relaciones exteriores y la sociología, entre las más recurrentes. Sus figuras son permanentes en la opinión pública, porque hay un retorno de esta tendencia ideológica en el Continente como lo registran las elecciones en Bolivia, el entuerto en Venezuela y la fidelidad electoral por Correa en Ecuador.

La emergencia de estos mandatarios se produjo en una época, en la que el descrédito por los partidos políticos había llegado a un nivel desbordante a mediados de los años 90 e inicios del siglo XXI. El hartazgo contra el sistema político en nuestros países había posicionado la idea de “que se vayan todos”, por lo cual, era evidente una atmósfera de antipolítica que se combinaba con la precaria situación económica de la mayoría de la población en el continente.

Una breve entrevista:

Este libro tiene como finalidad ampliar la reflexión sobre esta época y abonar, aún más, el terreno de la memoria política y la dimensión crítica de los hechos. La obra enfatiza en los elementos discursivos que utilizaron estos mandatarios en campaña, durante la gestión gubernamental y también a su salida del poder institucional:

1. La refundación de la patria.

2. La polarización ciudadana.

3. La revalorización permanente y nostálgica de la izquierda.

4. El uso y mitificación de héroes y heroínas de América Latina.

5. La sobredimensión del uso de los medios y la omnipresencia del líder.6. La comunicación política para gobernar.

Ficha del libro:

Título del libro: Chávez, Correa y Morales: discurso y poder.

Género: ensayo político.

Temática: análisis de discurso.

Editorial: UDLA Ediciones.Quito, Ecuador.

Año de publicación: 2020 (120 páginas).

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Gatopardismo

Tanta bulla para nada. Otro acto circense y en el mismo escenario sin ninguna variante. Hubo muertos, damnificados, héroes, villanos, estrellas y estrellados. Lo más grave de todo: seguimos burlados, basureados, ofendidos, ninguneados, Nos han reducido a ser “los nadie”. La delincuencia se pasea en nuestras narices y se carcajea, pavonea, saca pinta. Parece que a nadie le interesa ya la descomposición acelerada de la ética, la dignidad y la decencia. El plomo está mejor posicionado que cualquier valor. Don dinero y el ascenso fácil se comió el sentido del trabajo arduo y honesto. Ni la pandemia ha surtido efecto. “Al final, la vida sigue igual” como dice la canción. Entonces, si ni siquiera nos conmueve la muerte, el Estado podrá irse fácilmente al despeñadero en cualquier momento y la gente seguirá entretenida en la novela de las mafias criollas.

Seguimos entumecidos, entontecidos, sin capacidad de respuesta, mientras aquellos y aquellas que desfalcaron y saquean el Estado hacen su vida normal, rodeados de lujos, en estado de vacaciones, mirando en Netflix películas de los capos a los cuales emulan y comiendo canguil. Parece que nadie se inmuta por ese millón de personas sin empleo, por la cantidad creciente de sujetos en condición de calle, por la desesperación que se huele en la atmósfera. Al otro lado, candidatos y candidatas sueñan en el reparto del Gobierno sin que hayan todavía ganado las elecciones. Todo cambia, para que todo siga igual. Eso se llama, gatopardismo.

Mañana veremos otro capítulo de la misma corruptela, una escena más de impunidad, unas cuantas promesas que pretenden adecentar la política por parte de unos cuantos y unas cuantas que diseñaron el modelo político y económico que vivimos, pero que ni siquiera se despeinan ni se dan por enterados de que la casa se cae, que hace agua por todas partes y que las cañerías apestan. Es el momento de explotar con ideas, de juntarnos, de inaugurar otra realidad. Es la hora de la generosidad, de la solidaridad auténtica y de un pacto social que ponga por delante la vida, la ética y la dignidad.

@cesarulloa_77

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¡Qué truchas!

@cesarulloa_77

¡Viva la patria! Nos dio la regalada gana. O salimos o nos hundimos. Peor no podemos estar. Ven para mearte, enano… Será, una cervecita. Nariz, tiza de sastre. De gorditas horrorosas y otros demonios. Momias cocteleras. Sepulcros blanqueados. Catadores de urinarios. Bestias salvajes. Si quieren matarme, mátenme. Dónde está la plata. Primero muerto antes que perder la vida. Ya valimos… De lejos, ganamos el campeonato a las frases célebres y no precisamente por su profundidad, cuando sí por la exaltada forma de hacer política y ponerle sabrosura al debate, como dirían en varios lugares del país.

La gente suele decir de ciertos candidatos: “es que habla bonito, pero si ha sabido ser como el pueblo, dice las cosas a calzón quitado”. Y después, los mismos repiten: “pero también ha sabido comer en el mercado, toca la guitarra, baila bonito en la tarima, medio picarón también ha sido, pero si es vivísimo, vele, vele, de esos líderes necesitamos, hay que darle el voto”. Pasan los meses y llega el día de las elecciones y el bacán, el cantante, el que recita, el que se la goza, gana. Comienza el chupe, la fiesta, la verbena. ¿Qué pasa luego de un corto, pero muy corto tiempo? “Pero si ha sido pillo, ladrón, no ha tenido sangre en la cara y pensar que le creímos, porque hasta guapo era”.

Estas finas estampas son de toda la vida. La diferencia es que ahora son “estampas 2.0”. La digitalización de lo cotidiano tiene una gran ventaja: todo queda registrado, se viraliza en cuestión de segundos, pero aun así nunca alcanza para cambiar la trayectoria del voto. Sin perder de vista que varios candidatos y candidatas quieren fungir su procedencia como si fueran de raigambre popular, tratando de confundir la tradición, la memoria, la identidad, la vida en comunidad con el populismo, puro y duro. Nadie pretende que la política ecuatoriana sea lo que nunca fue, pero sí que haya un poco de memoria y decencia.

Y ahora, y ahora, “y ahooorraaaa”… más pronto que tarde, como dice el refranero, llegarán las elecciones. Ojalá antes de votar no digamos en nuestros adentros: ¡qué truchas! Ojo. En pandemia, nos puede matar la COVID19 y también las malas decisiones políticas.

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Las encuestas y otros demonios

Las encuestas son radiografías de un momento concreto. A minutos después de conocer sus resultados puede cambiar todo. La pandemia es el mejor ejemplo, pues varios de los políticos que estaban bien calificados en diversos países en el mundo, ahora atraviesan el peor momento o viceversa en función del manejo de la crisis sanitaria. En un mundo tan volátil, en términos de que el comportamiento y la percepción de las personas acerca de algo o de alguien puede cambiar rápidamente, el margen de error de las encuestas es cada vez mayor, sin perder de vista “los falsos positivos” o aquellas encuestas que circulan sin el respaldo de una ficha técnica y también las otras que son exhibidas para “alardear” buenos resultados que nunca existen.

Lo cierto es que las encuestas se han convertido en el instrumento favorito para la toma de decisiones por parte de los políticos y de quienes lideran alguna iniciativa que les mantiene en contacto con la población. Esta dependencia puede secuestrar a quienes pretenden gobernar con la finalidad de contentar a todos: “si todo es importante, nada es importante”. Cuando la búsqueda de la popularidad está por encima de las decisiones del Estado, la idea de gobernabilidad ha sido vaciada de sentido. Las encuestas son un instrumento potente de investigación, sin embargo, su uso exacerbado puede propiciar un escenario que confunda debido a la emisión de resultados distintos sobre un mismo tema entre distintas empresas.

El mercadeo electoral y el mundo de la imagen originan la “democracia de audiencias” como lo denominó a este fenómeno Bernard Manin, es decir, estamos frente a un contexto político, en el cual los candidatos se fabrican en serie según las preferencias de los consumidores electorales. Esta realidad no es exclusiva de ningún país, pero sí se exportan las técnicas de unos hacia otros, sobre todo en los que el posicionamiento de las marcas y el big data están en la mayor efervescencia. Hay menos políticos y más estrellas fugaces cuando se trata de resolver los problemas reales de los pueblos que no esperan por estudios de marketing y branding.

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Big data, coronacrisis y nuevo orden mundial

César Ulloa-Tapia

No hay mejor expresión del poder que tiene la informática en tiempos de coronavirus. Aquello que parecía una muletilla cuando varios autores hablaban de manera anticipada de un nuevo tipo de sociedad es real, la sociedad de la información, la comunicación y el conocimiento. El control de la pandemia en los países del Asia se logra con el uso de avanzados sistemas de big data, es decir, de enormes bases de datos que, a más de contar con información de las personas en todos los ámbitos, tienen el registro en tiempo real de sus desplazamientos.

En ese sentido, desde los grandes servidores que están manejados por el Estado se conoce quién es una persona, dónde vive, trabaja o estudia, qué hábitos tiene, a dónde se mueve, en qué horarios, cuál es su estado de salud.  Bajo esa dinámica, alguien puede recibir en su celular una alerta de riesgo si es que estuviera cerca de una zona de contagio, solo para citar un ejemplo. O, también, se puede conocer si una persona es portadora del virus, si cumplió la cuarentena o si tiene que seguir aislada. La pérdida de intimidad y privacidad es ahora justificada para precautelar la seguridad. El dilema del mundo contemporáneo es si la libertad está en riesgo por la seguridad. O, dicho en otros términos, la seguridad está sobre cualquier necesidad y realización.

La discusión en materia de política y gobierno reaviva el debate acerca de la necesidad de configurar un Estado que controla todo versus un Estado que pretende girar con todas las dificultades del caso hacia una política pública de solidaridad en todas las esferas como manifiesta el escritor Yuval Noah Hahari. Quienes miran con buenos ojos los resultados que han conseguido los países asiáticos, entre ellos China, para ralentizar y controlar el virus, no les molesta la idea de un Estado controlador. En Ecuador esta tesis no es descabellada, pues apenas el 54.4% de la población encuestada para el Barómetro de las Américas cree en la democracia, ya que al resto le seducen los patrones autoritarios y disciplinarios.

La idea del Estado “disciplinador” no es nueva. En su momento, Michael Foucault y Louis Althusser, desarrollaron esta tesis y alertaron los riegos, al punto de decir que la disciplina llega a ser un patrón de vida y se instala en el cuerpo y la mente en una suerte de biopolítica. Ahora, los estudios de la neuropolítica nos advierten cómo los estímulos que recibe el cerebro por parte de ciertos políticos determinan la manera de votar. Lo cierto es que todas las decisiones se toman con información y el riesgo está en crear ciudadanos de primera, segunda y tercera, porque sus identidades pondrán al descubierto su salud, formación, ideología, capacidad de ingresos, hábitos en tiempo libre, gustos y preferencias de consumo. El coronavirus nos plantea una nueva sociedad, en donde la información tendrá más valor que el oro y el petróleo e igual que el aire y el agua.   

@cesarulloa_77

Violencia naturalizada

Pie de foto: TC Televisión

La violencia se ha convertido en una forma de vida, es decir, naturaliza la agresión física, sicológica, emocional y económica como una práctica de relacionamiento social. No hay espacio, en donde estemos exentos de aquello. En las calles nunca falta un avezado que nos bote el carro, amedrente a los conductores con gritos y se ufane de poner en riesgo la vida de los demás con acelerones. El reclamo que pudiera hacer el agredido deviene en fatal, pues detrás de un conductor violento puede haber instintos asesinos y el uso de cualquier tipo de arma, desde una casera a una súper moderna. Nadie sabe, a ciencia cierta, qué puede ocasionar un mal momento en las vías y en nuestras vidas.

Lo mismo sucede al comprar un producto o contratar un servicio. La violencia se manifiesta en la atención, pero también en el trato del comprador hacia quien le atiende. Hay una práctica de doble vía, en la que se disputan espacios de poder de todo tipo y sin ningún sentido. La sin razón de la fuerza se impone y se procesan los conflictos con violencia. ¿Quiénes ganan? Definitivamente, nadie. Ahora se observa con mayor claridad que los ánimos de la población están muy caldeados, no solo porque hay una sociedad en descomposición acelerada, sino también por un sentido generalizado de negación respecto de las condiciones de vida. Hay un síntoma de frustración: desempleo, inseguridad, incertidumbre.

El ascenso económico y meteórico que ofrecen los negocios ilegales, apadrinados por el crimen organizado, también influye en el clima de violencia, pues está evidenciado que los jóvenes sin empleo ni educación, “los nini”, son reclutados para cometer delitos y, entre ellos, el sicariato. La vida de una persona puede costar unos pocos dólares y esto le permite al joven pistolero ubicarse en un mejor ranking en su organización. Las novelas de televisión y las series prepago de los capos de la mafia se quedan cortas frente a la realidad. Hay barrios del Ecuador tomados por delincuencia común y organizada, es decir, hay un estado paralelo que comienza a controlar la vida, empezando por las calles. El territorio está repartido entre las mafias, donde la Policía no ingresa.

La corrupción también es una forma de violencia, ya que millones de dólares que pueden resolver las necesidades de las personas en condición de pobreza y extrema pobreza están en los bolsillos de malos funcionarios, quienes convirtieron el Estado en su negocio. Hasta ahora no se ha recuperado casi nada de los casos de corrupción, por lo que nos queda solo la anécdota y la espectacularización del relato comunicacional. Entonces, mientras haya impunidad, la gente honrada no podrá sentirse segura ni tampoco identificada con el país. No hay tranquilidad sin justicia, ni tampoco democracia con impunidad.

El caso de María Belén Bernal no solo es repudiable, sino que también nos desnuda como sociedad. Este feminicidio puede ser un detonante para aglutinar frustraciones de diverso tipo, ya que el estado de ánimo de los ecuatorianos está por los suelos. Una tragedia tras otra es una señal que algo está muy mal.

Publicado en diario El Universo, lunes 26 de septiembre de 2022.

Botar o votar

Fuente foto: https://www.parlamentomercosur.org/

Casi la totalidad de la población no sabe cómo se seleccionan los candidatos. Eso explica la primera frustración popular en las elecciones de toda la vida: se vota por el menos malo, además que es una obligación en nuestro sistema. En otras palabras, se bota el voto. En consecuencia, la mediocridad se naturaliza y el país es gobernado por los menos capacitados y en varias ocasiones, hasta con deplorable ética. Entonces, hay una tiranía democrática en este juego, pues las organizaciones políticas no conectan con las aspiraciones, demandas y perfiles que exige la población. Las escuelas de formación política no existen y el acuerdo nacional para un giro ético se distancia de la operatividad de los partidos.

Por lo anterior, no es totalmente cierto de que la responsabilidad de las elecciones recae en los ciudadanos, pues votamos dentro de lo que hay y de lo que cabe. O como alguien dice, no hay de donde escoger. Por tanto, se requiere una reforma integral al ejercicio de la participación política en los partidos, en términos de una eficiente y ética democracia interna, lo que daría a luz una eficaz representación. No es una tarea sencilla, porque demanda ejes y comportamientos esenciales: compromiso, tiempo, ética y una visión clara del país que queremos dignificar.

En estas elecciones, el papel de la ciudadanía debe ser contundente en la exigencia a los partidos de los planes de trabajo, las hojas de vida de los candidatos y sus equipos, así como dar cuenta de sus aliados. No se puede hacer agua los helados, tratando de poner por delante estrellas de navidad, advenedizos, improvisados y delincuentes para cualquier cargo. La censura debe ser radical contra quienes juegan con las ilusiones de las personas y, más aún, con aquellos que se presentarán a la reelección sin haber trascendido en los puestos que ocupan. El voto es un incentivo, pero también tiene la faceta de castigo con un efecto demoledor. La democracia tiene esa cualidad: premia o sepulta. No pierda la oportunidad de ejercer su derecho de la mejor manera. Comience ahora por el cambio.

Publicado en diario La Hora (Ecuador), 7 de agosto de 2022

Quiero un país

Fuente: https://www.nationalgeographic.com/travel/destination/ecuador

Quiero un país, en donde los vecinos salgan seguros a la calle. Quiero un país, en donde nadie se quede sin escuela. Quiero un país, en donde haya trabajo y podamos comprar en el mercado sin estirar los billetes. Quiero un país, en donde la juventud no sea seducida por las muñecas de la mafia ni el cartel de los sapos. Quiero un país, en donde nos aceptemos diversos y que el color de la piel, la religión, el apellido, la condición económica y la preferencia sexual no sean barreras para relacionarnos y convivir en paz. Quiero un país, en el que podamos discrepar sin recurrir al insulto y la violencia. Quiero un país que destierre la viveza criolla y se imponga la honestidad como elemento de nuestra identidad.

Quiero un país, en donde las autoridades sean ejemplares y no sujetos de ingrata recordación cuando dejan sus cargos públicos. Quiero un país, en donde las bibliotecas y las farmacias sean más numerosas y mejor abastecidas que las licorerías. Quiero un país, en donde los niños y las niñas no sean abusados, maltratados ni infravalorados por nadie. Quiero un país, en donde las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres. Quiero un país, en donde se valore en sus dimensiones la sabiduría de los ancianos. Quiero un país con menos presos en las cárceles y verdaderos sistemas de rehabilitación social. Quiero un país, en donde nuestra población se sienta orgullosa de haber nacido aquí y lo grite a los cuatro vientos.

Quiero un país, en donde el respeto esté sobre el dinero y el tráfico de influencias. Quiero un país, en donde los ciudadanos exigen derechos, pero cumplen sus deberes. Quiero un país, en donde desborde la dignidad y no la filantropía disfrazada de caridad.  Quiero un país que luche contra la corrupción, pero no de manera selectiva. Quiero un país, en donde el juego limpio haga reconocer las derrotas y recibir con humildad las victorias. Quiero un país, en donde el diálogo sea el elemento esencial de la democracia y la resolución de conflictos. Quiero un país, en donde las autoridades tengan más asesores de calidad y menos guardaespaldas y carga maletas.

Quiero un país, en donde asumamos responsabilidades y que la culpa de nuestros errores no sea de la vaca. Quiero un país, en donde los discapacitados no reciban migajas, sí trato digno. Quiero un país, en donde la educación sea el pilar fundamental de la vida. Quiero un país que valore su biodiversidad y viva a plenitud la interculturalidad. Quiero un país solidario, generoso, humano, alegre y firme. Quiero un país que sea resiliente a los desastres naturales porque se reconstruye por su maravillosa gente. Quiero un país, en donde las grandes decisiones se consultan. Quiero un país, en donde se gobierna de la misma manera para las mayorías y las minorías. Quiero un país con medios de comunicación que educan, entretienen e informan cada día mejor. Quiero un Ecuador altivo, grande, que puede rectificar y elegir a sus mejores líderes para gobernar.

Publicado en diario El Universo (Ecuador), 20 de junio de 2022.